El Museo Jumex, en Ciudad de México, celebra 10 años – US 247 News

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Tal y como lo explica Kit Hammonds, se necesitan 10 años para que un museo quede bien: saber qué artistas exponer y cómo hacer que grandes multitudes atraviesen sus umbrales, pulir una visión curatorial clara y, también muy importante, reunir un equipo tras bambalinas que entienda los retos a los que toda institución se enfrenta.

El Museo Jumex, donde Hammonds es el curador jefe, ha logrado todas estas cosas, aunque ha tenido ventajas evidentes al sobrevivir su primera década, en particular el apoyo financiero de Eugenio López Alonso, cuya familia hizo una fortuna con el Grupo Jumex, su negocio de jugos en México, y que gasta sumas considerables de dinero en nombre de las artes visuales. López fundó el museo, construyó su reluciente sede entre tiendas de diseñadores y elegantes torres residenciales en la colonia de Polanco de Ciudad de México, y financia sus gastos corrientes.

Con su apoyo, el museo se ha convertido rápidamente en uno de los principales protagonistas de las artes visuales del país, con una larga lista de exposiciones de artistas mexicanos contemporáneos, además de grandes éxitos de taquilla con obras de superestrellas mundiales del pasado y del presente, como Jeff Koons, Marcel Duchamp, Andy Warhol y James Turrell. El Museo Jumex, en un edificio diseñado por el arquitecto británico David Chipperfield, ganador del Premio Pritzker, es un éxito entre las multitudes.

Pero López también ha encarnado los retos singulares a los que se refiere Hammonds. Al mismo tiempo, López ha sido el mayor activo del museo y su mayor distracción, y tanto el museo como su benefactor han recibido críticas por su papel en las gestiones cotidianas. López está muy implicado en la toma de decisiones sobre las exposiciones y a menudo se le acusa de usurpar un papel que normalmente desempeñan los curadores profesionales.

El museo no tiene una junta directiva. Los curadores principales dependen directamente de López, cuyo cargo es el de presidente. El acuerdo ha sido turbio en ocasiones, y es una de las razones por las que los cambios de personal de alto nivel forman parte de la historia del museo, tanto como sus populares exposiciones de obras de Urs Fischer, Gonzalo Lebrija y Pedro Reyes. López ha sido considerado por los curadores y periodistas mexicanos como un coleccionista acaudalado que dirige por pura vanidad un proyecto disfrazado de entidad pública.

López es consciente de las opiniones negativas, pero las tacha de ruido de fondo. Los éxitos del museo hablan por sí solos y, aparte de actuar como asesor, deja que los curadores se ocupen de lo suyo. “Yo no tomo las decisiones finales”, dijo en una entrevista por video el mes pasado. “Las toman ellos, y siempre lo han hecho”.

Los actuales curadores dicen que eso es cierto, aunque han aprendido a dejar que su jefe tome las decisiones importantes y a respetar sus deseos sobre qué exposiciones se producen, según Hammonds. “Probablemente, el 50 por ciento de la programación, en realidad, viene directamente de Eugenio”, comentó durante una visita al museo el mes pasado. El resto viene del personal, dijo, aunque una vez que una exposición es aprobada, los curadores trabajan sin intromisiones.

Ese fue el caso de Lisa Phillips, directora del New Museum of Contemporary Art de Nueva York, que fue contratada como curadora invitada para la exposición conmemorativa del aniversario del Museo Jumex, Todo se vuelve más ligero, que se inaugura el 18 de noviembre.

Se le pidió que elaborara el programa de la exposición con los fondos internos del museo, una luminosa colección reunida por el propio López a lo largo del último cuarto de siglo, y tuvo libertad para proceder a su antojo, según explicó en una entrevista en video el mes pasado. Revisó más de 3200 objetos y seleccionó una lista de 67 artistas. La muestra, que gira en torno al tema de la luz, incluirá obras de Gerhard Richter, Ana Mendieta, Dan Flavin, Damien Hirst, Gabriel Orozco y Ugo Rondinone.

Todo se vuelve más ligero ocupará las tres plantas de los espacios expositivos del museo, notables por su distribución flexible y techos altos, así como por sus amplias terrazas al aire libre. Las terrazas ofrecen vistas de los edificios circundantes, incluida la emblemática torre de azulejos del Museo Soumaya, que está al lado.

La muestra también ocupará la plaza exterior del Museo Jumex, un lugar de exposición de obras de gran tamaño, donde se instalará la “Cascada” de Olafur Eliasson, original de 1998. Se trata de una cascada mecánica que funciona y es solo una de varias atracciones que invitan a los visitantes a “subirse, balancearse, moverse e interactuar” con el arte, explicó Phillips. (Los neoyorquinos recordarán que en 2008 se instalaron cuatro cascadas de Eliasson por la ciudad).

Los responsables del museo esperan que la exposición alcance la popularidad de otras recientes, que han batido récords de asistencia. Por ejemplo, este año una amplia retrospectiva del artista griego Jannis Kounellis atrajo a más de 250.000 personas, el triple de las que asistían a una exposición típica en Jumex hace solo unos años, señaló Hammonds.

Una de las razones de este impulso puede ser económica. Durante la pandemia, el museo eliminó el pago de la entrada e hizo completamente gratuitas todas sus actividades, incluidos los programas para familias. Para empezar, las entradas nunca fueron caras —30 pesos, o el equivalente a unos 1,75 dólares, para los residentes en México—, pero representaban una barrera para algunos.

Hammonds también cree que el museo ha desarrollado una personalidad amigable con el visitante, que lo diferencia de otros espacios contemporáneos de Ciudad de México, como el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), que tiene una tendencia más académica. El Museo Jumex puede ser académico en ocasiones, pero él asegura que trata de contextualizar las exposiciones de una manera divertida y relajada, que reconozca que las bellas artes “pueden formar parte de la cultura popular sin ser menospreciadas”.

Un ejemplo es la instalación interactiva “¡Que viva el papeleo!”, de la artista argentina Amalia Pica, que se expuso hasta inicios de octubre. Tiene la forma de una típica oficina corporativa con paredes bajas y cubículos para los trabajadores.

Los visitantes usan un lapicero y un portapapeles para completar una solicitud para ingresar al espacio. Pero inmediatamente un empleado del museo la pasa por una trituradora de papel, dejando que los pedazos caigan en la oficina. Los montones de basura acumulada sirven como una especie de patio de recreo: algunos visitantes ruedan por el suelo y se lanzan bombas de papel unos a otros.

Hammonds, quien fue curador de esa pieza, le da crédito a la estructura de personal del museo —la misma estructura que otros critican— por permitir sus momentos más relajados. No tiene “muchos comités y cosas” que examinen cada programa, dijo. “Es sorprendente, como curador, la libertad que tengo para concentrarme en curar”.

Sin embargo, algunos creen que un organigrama más tradicional añadiría rigor a la oferta del museo. El curador jefe del MUAC, Cuauhtémoc Medina, por ejemplo, ha criticado la forma en que el Museo Jumex organiza su personal. Señala el hecho de que sus dos primeros curadores jefe dejaron sus puestos de manera abrupta —Patrick Charpenel en 2015 y Julieta González en 2020—, lo que llevó al nombramiento de Hammonds, quien es el tercer director de curaduría en la breve historia de la institución.

La “dirección un poco difusa” del Museo Jumex impide que se le tome en serio como museo, dijo Medina, coincidiendo con los comentarios de otros críticos y curadores. “En mi opinión, no es sano suponer que porque una institución se sostiene con fondos privados se puede tolerar la arbitrariedad”, expresó.

Por su parte, López prefiere centrarse en los aspectos en los que el museo ha destacado.

Su objetivo con el museo, dijo, era dar a su ciudad un regalo que expusiera a más gente a las artes visuales en México. “Básicamente, eso es todo lo que quería hacer”, dijo. “Y creo que lo hemos cumplido”.


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